Benditas tradiciones


Si hoy escribo para vosotros es para decir única y exclusivamente dos palabras: benditas tradiciones.
Si una pizca de cortesía me quedara, le daría al intro y a guardar y publicar, porque he prometido decir única y exclusivamente dos palabras. Benditas tradiciones. Y así he hecho.
Benditas tradiciones. Benditas tradiciones que hoy día nos hacen ser quienes somos, que nos aportan la base de cultura indispensable para cada ciudadano, que muestran el encanto de nuestra bendita nación. Benditas tradiciones y malditos bastardos aquellos que nos las quitan de las manos, que luchan por prohibirlas, por aquello a lo que llaman progreso, y las califican de barbarie. Aunque agradezcámosles, por ejemplo, la desaparición de aquellas luchas de gladiadores por las que ahora cobramos impuestos a la entrada de cada una de esas plazas donde la muerte era un simple antojo, donde a mayor cantidad de sangre, mayor espectáculo.
No se preocupen, amigos míos. Pues no es el caso de los toros. Los toros son arte y tradición, bendita tradición.
El simple hecho de llamarse tradición la condena al indulto de por vida, así que respiren tranquilos, pues al igual que nuestra querida tradición no corre dicho peligro de extinción, tampoco lo corre esa inútil especie llamada toro de lidia. Por lo que gritemos y alcemos nuestros pañuelos al aire con un eufórico ole, olvidémonos de la educación de nuestros hijos y del desempleo de nuestros padres y agradezcámosle a todos esos crímenes bajo encaje de colores —quiero decir, héroes— por mantener al país en pie, ejemplo de naciones. Bendita tradición y benditos héroes.
¿Cómo no se les ha ocurrido antes a todos esos ignorantes de grinpis? ¿Cómo no se han dado cuenta de que la mejor manera de preservar una especie es martirizándola hasta la muerte en un circo del que no puede escapar? Mostremos esa valentía que tiene el ser humano, siempre enfrentándose con alguien en iguales condiciones. Hagamos héroes. Benditos héroes y bendita tradición. Aplaudamos mientras sostienen su trofeo e indignémonos cuando el vecino abandone a su perro durante las vacaciones, porque estamos en contra del maltrato animal. Y que no nos llamen hipócritas al gritar en la plaza que vivan los toros, pues los toros son arte. Arte y tradición. Bendita tradición. Bendita crueldad intencionada.
Hagamos que aprendan a respetar las tradiciones, mas no la vida. Torturemos, enseñémosles la violencia a nuestros hijos y pidámosles que nunca peguen a una mujer. Dejemos el progreso a un lado y afferémonos a la humillación de un ser inocente que no tiene voz para su propia defensa. Pongámosles colores a las banderillas y adornemos las guillotinas.
Benditas tradiciones.
Esta vez juro decir tan solo tres palabras y cumplir mi promesa: vivan los toros. Vivan.
Pero en el campo.
Con la tecnología de Blogger.

Seguidores