Los enigmas del maestro

Como ya sabéis muchos de vosotros, tengo la maravillosa suerte de vivir en una de las ciudades más movidas de todo el país, sin tener que ser por ello la más grande. Y con movida me refiero a que Salamanca es una localidad llena de oportunidades día tras día. Ayer esa oportunidad fue la de conocer la obra de Christian Gálvez cara a cara, tal y como él lo ha titulado. Ello me recuerda a mi último y primer encuentro literario el año pasado con mi queridísimo Arturo Pérez-Reverte, una de las mejores experiencias que he podido vivir hasta ahora, y no solo en términos literarios, sino políticos, quizá, hasta de algún modo y sin miedo a admitirlo, morales. 

Personalmente, no sabía nada del interés de Christian —para nada limitado— por lo relacionado con la Historia del Arte. Desconocía cualquier cosa que fuera más allá de la horrible programación de Mediaset (aunque su programa puede que se abstenga de mi disgusto), sobre todo si hablamos de un canal en concreto —sí, ya estoy saltando a la palestra con críticas demasiado atrevidas—, por lo que puede que al entrar en el teatro pecara de prejuicio. ¿Qué va a saber este presentador de tele sobre uno de los artistas más importantes de la historia? Todo fue hasta que vi el enorme tocho encima de la mesa. A lo mejor este hombre, tan desconocido aparentemente para mí, de verdad tenía algo que contar. Al final de la presentación: toma postjuicio.


Después de haberse adentrado en ámbito de ficción, esta vez Christian Gálvez presenta una auténtica obra de análisis exhaustivo cuya cuestión principal es, ¿y si el rostro que hoy conocemos como Leonardo, no fuera realmente él? Una de las primeras cosas que dijo en el encuentro fue que la figura de da Vinci esconde muchos menos enigmas de los que nos hacen creer, lo cual no pongo en duda, y es que el ser humano no es capaz sosegar su intelectual sin un puñado de turbias conspiraciones. 

Hoy día llamamos autorretrato de Leonardo da Vinci a un dibujo que apareció casi tres siglos después de que muriera el supuesto autor. No lo tacho de imposible, pero que el autor de la fotografía a ese dibujo pusiera "yo creo que ese es Leonardo" no me convence como teoría (que fuera romanticista tampoco, y que antes de que apareciera fuera representado de manera casi totalmente distinta, mucho menos). No hay pruebas de ningún tipo que demuestren que aquél era Leonardo, simplemente nos hemos autoconvencido durante otros dos siglos que así era, por mera especulación. Ahora viene un hombre de treinta y siete años, sin ninguna titulación en Historia del Arte, y te destroza la hipótesis. 

No diré más acerca del presunto rostro del genio renacentista, eso lo dejo en manos del escritor y su libro. Sin embargo, sí que os hablaré de esa presentación que acabó siendo una verdadera clase magistral sobre arte renacentista por la que ya podrían darme algún crédito. 

Christian Gálvez trata de desmontar, o quizá más bien objetivar, los mitos y enigmas que rodean al artista italiano. ¿Si de verdad era un antibelicista, por qué su ingeniería militar es tan reconocida? Además, lo que conocemos hoy como los inventos de da Vinci, no eran más que proyectos mejorados. ¿Era por ello menos genio? No lo creo. ¿Cuál era su orientación sexual? Una pregunta que no entiendo por qué se ha puesto tan de moda en ámbitos históricos. Nos encanta jugar con las teorías, pero lo que la verdad dice, lo que Leonardo dice, es que aborrecía el sexo, y todo a raíz de una falsa acusación por sodomía que lo mantuvo preso durante algunos meses. Tanto es así, que él mismo decía que si la humanidad dependiera de él, se extinguiría. ¿Eso lo convierte en homosexual? Pienso que no. ¿Y en heterosexual? Tampoco. 

Pero hablemos de la escritura especular que tanto caracteriza a nuestro polifacético artista. ¿Por qué nos hemos empeñado en pensar que Leonardo tenía esa extraña manía de escribir al revés porque quería esconder todo aquello cuanto contaba en sus tratados? Lo sentimos mucho, Dan Brown, esto quizá me duele más que a ti, pero si Leonardo hubiera querido esconder algo de la sociedad no creo que se lo hubiese brindado precisamente a la familia más poderosa de toda Italia, los Medici. Además, ¿es que nadie tenía un dichoso espejo en aquella época? ¿No podía ser tan solo que el genio era mayoritariamente zurdo y no le apetecía lo más mínimo emborronar sus escritos? Especulaciones y más especulaciones.

Lo más curioso es que no era el único en escribir así —principalmente porque esa costumbre puede ser bastante común en los primeros años de aprendizaje de la escritura, y puede llegar a prolongarse. Además, es todavía más usual en personas zurdas o ambidiestras, ejem, Leonardo. Esto no termina aquí, y es que sin tener que moverme de casa, puedo llegar a encontrar un ejemplar de la biblioteca de mi universidad en el que se ve perfectamente el uso de esta técnica. Así que siento decir que Leonardo no era el único que conocía este secretismo.



Esto es la captura cogida del libro de Christian, refiriéndose al Astronomicum Caesareum de Petrus Apianus y la aparición de escritura especular en el colofón de la obra.


Y esta es una captura de un archivo PDF que vosotros mismos podéis descargar en Google con tan solo buscar el nombre del libro y el autor, por si sois como yo y no os fiabais de él, o ni siquiera de mí.

He de añadir que esa escritura que todos nos parece tan enigmática no es nada complicada de reproducir, ya que hasta yo misma lo he intentado con una de las palabras más complicadas según las páginas que formulan este planteamiento.



No obstante, no pienso que la palabra adecuada sea desmontar, ni echar por tierra. Puede que desmitificar sí, pero tirar por la borda todo lo que conocíamos hasta ahora de Leonardo, permitidme dudarlo.

Christian Gálvez no deja de ser al fin y al cabo un filósofo a mi parecer —¿aficionado? Por supuesto—, experto en el Renacimiento, que en vez de preguntarse por nuestro origen y la causa de todo, se pregunta por qué cara tendría un hombre del siglo XV. Y digo filósofo porque, al menos hasta donde yo sé, no trata de enseñarnos la verdad única e imponernosla, sino que se pregunta por ella, duda de todo lo que conocemos, investiga, plantea todas las respuestas posibles y continúa preguntándose si habrá llegado a la correcta. Así deberíamos ser muchos a la hora de hablar sobre lo que creemos que sabemos, ya no solo a la hora de discutir sobre si un pintor era heterosexual u homosexual, o practicaba el celibato, sino a la hora de conocernos a nosotros mismos. ¿Qué sabemos? ¿Realmente lo que sabemos es del todo cierto? ¿Y si no es así, por qué estamos empeñados en afirmarlo? 

Así que, querido Christian, ayer desmontaste todas y cada una de mis teorías. Sin embargo, he de agradecértelo llanamente, ya que has provocado en mí el renacer de las dudas —quizá nunca mejor dicho— y has sembrado otras que jamás me había planteado. Así que buen trabajo, maestro, porque esa es la base de cualquier aprendizaje.

Algo que pocos se atreverán a leer










Buenas noches, compañero.
Hoy a hablarte vengo
de injusticias de la vida
que no producen más que ira,
y que escuches yo te ruego.

A ti yo hoy te escribo,
tú que lo arropas con tu manto
en su último suspiro,
pues yo lo único que pido
es que veas a un ser vivo.

A ti yo hoy te escribo,
porque arte son los versos,
míos o de cualquier amante,
pero no las luces de tu traje.

A ti, fiel acompañante,
tú que el mundo bien aprecias,
no malgastes su belleza,
no la trates de insultante.

A ti, querido amigo,
que lo acompañas al otro lado,
que no te importa el mal agrado
si el dinero eso lo arregla.



A ti,
que en volandas hoy te llevan,
cuelga un rato las banderas
y recapacita.

Hoy te pido, compañero,
que no le causes daño,
que no muera por tu mano,
si el destino no es certero.

Te hablo a ti, que eres humano,
que conoces el dolor
o algún roto corazón
ya que el tuyo fue engañado.

Te pido a ti
que con tus hijos eres tierno,
que no tientes al infierno
por una falta de compasión.

A ti yo hoy te escribo,
si aún no andas decidido,
que no sea por inconsciencia,
hoy elige la clemencia.

A ti yo hoy te escribo,
queridísimo taurino,
que renuncies a tu labor
por un mundo algo mejor.


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